El otro día estaba en casa de mis abuelos y cuando nos hicieron reír no pude evitar pensar en todo lo que nos han enseñado, además de que se convirtieron en una parte fundamental en nuestras vidas. No solo son esos abuelos que te consienten, ellos hacen mucho más que eso: nos ensañaron, nos aconsejaron y de vez en cuando se convirtieron en nuestros cómplices...
Son un gran ejemplo de vida. Nos han enseñado que de nada puedes llegar
a todo. Que mediante el trabajo duro y el esfuerzo, las metas y los sueños se
logran. Nos dan una gran lección de amor, cuando es verdadero con el paso del
tiempo se hace grande...es infinito. Las personas no somos perfectas y estamos
hechos para hacer errores, de los cuales debemos aprender y para esto están
ellos: siempre abiertos a darte un buen consejo.
Nos han ensañado que enojados, distantes, sonrientes, felices o tristes
la familia es familia y no habrá nada que cambie eso. El perdón es grande y
sincero siempre que viene del corazón y no hay nada mejor que ello. Nos habrán
heredado un carácter difícil en ocasiones, pero con el tiempo nos hemos dado
cuenta que el orgullo solo estorba y que pesa más la felicidad.
Nos comparten su sabiduría y de vez en cuando sus historias románticas
de cómo se conocieron: él diciendo que no importa cuántos años pasen, siempre
la elegiría a ella una y otra vez pues fue afortunado en que se fijara en él.
La moraleja sería el amor no sabe de condiciones o clases sociales, en realidad
este es ciego, torpe, testarudo y bello.